miércoles, 27 de junio de 2007

Casi vacaciones

Mucho me pasa últimamente que pienso en escribir cosas que aún no han pasado y claro, no sé cómo empezarlas. Tengo tantas ganas de pisar vacaciones que me adelantaría un par de semanas y me quedaría tan ancha. Creo que el estudio con calor me tiene frita y me paso el día con excusas baratas que aún dan más bajón. No me entra nada esto de levantarme para encerrarme en casa entre folios y folios que me tapan el sol. Además, medio mundo ya tiene un pie en las vacaciones y se hartan de rascarse la barriga. Es típico, si todos estamos en época destrucción pensamos que el de al lado está igual de jodido que tú y esto da hasta ánimos pero, cuando eres el único espécimen que sigue rondando la universidad piensas: tierra trágame y escúpeme en las Bahamas, por favor.
Además, resulta que el tiempo juega en mi contra, que me voy y que te vas y que es un hasta luego pero aún así cuesta. La economía del tiempo no está en mis manos pero ojala pudiese guardar las horas, empaquetarlas por unos días y abrirlas otra vez cuando se haya acabado la cuenta atrás. El verano es un diez y que nadie lo niegue pero cuando hay corazón por el medio y uno se va allí y el otro se larga allá ya es otra cosa, mariposa.
Con el panorama este, aprovecho las tardes noches para escaparme a por cafés o coca-colas que metan dosis extra-large de cafeína para seguir con el tute. Durante estas escapadas hablo por los codos para un desfogue general con algún oyente que de ánimos sin hacerme sentir victimilla porque bastante tengo ya con mi cara color nieve y mis ojeras de pocas horas de almohada.
Pero bueno, ya me lo decía mi padre: cada cumpleaños viene con una caja de obligaciones de regalo, mientras haya cosas que hacer significa que vamos bien, puedes estar contenta y satisfecha. Así que no me voy a quejar más. Igual que el placer por el placer, existe el quejarse porque sí. Y es que a veces, la queja es el alimento de los conformistas.

lunes, 18 de junio de 2007

MERyMARTAS

El viernes hubo cena de chicas en un piso que abre sus puertas a almas grandes. A pesar de diferencias varias entre nosotras todas tenemos algo en común: somos amigas. Puede parecer tonto pero he dicho amigas (y todo lo que realmente supone esta palabra). Estas niñas (o mujeres) se han afincado en mi confianza y lo noto. Una de ellas es como Charlotte de Sex&the city, no solo por su parecido físico sino porque roza la perfección. Es astuta, auténtica, responsable, conservadora, perfeccionista, risueña y vive enamorada de su eterno amor. Otra es como el sol, a veces se esconde pero siempre sigue estando allí. Es fácil, es fiel confianza, es muy agradable, supo rectificar su camino, habla sin tabúes y todas la queremos un poco en secreto. La otra es energía y punto. Es segura, confiada, valiente, descaradamente divertida y defensora de lo suyo (y olé). Todas comparten cafés juntas pero también de dos en dos. Cuando esto sucede ya sabemos cómo amoldarnos a la vida de la otra e ir al grano. Este año ha sido nuestro huracán del amor, menos Charlotte (ya he puesto su descripción antes) hemos vivido llenas de interrogantes gigantes que mira tú por donde se han resuelto. Una besó a un príncipe entre música, alcohol y luces de discoteca, otra ha descubierto el secreto de un desamor y me temo revival y la que queda vive en una nube repleta de amor entre dos países. Entre nosotras decidimos que íbamos a quedar al descubierto, nos hemos encontrado entre lloriqueos, en pelotas, estudiando, comprando, copiando, criticando, queriendo, pensando, fumando, intentando, perdiendo el tiempo, chuleando, bebiendo, con esperanza, sin esperanza, bailando, durmiendo y aquí me quedó que esto es una página pública. Hemos movido hilos para que Energía tirase adelante echen lo que le echen. Hemos aplaudido el romance emergente de Sol. Hemos vacilado a Charlotte con su meticulosidad y nos hemos reído non-stop unas de las otras. Hay quien nos tiraría a los tigres y hay quien ama compartir palabras con nosotras. Hemos pasado un año yo diría que muy bueno y casi inmejorable. Haciendo el viernes balance de lo bueno y lo malo nos quedamos con un brindis por nuestro encuentro. El año que viene empezaremos con más fuerza para no estudiar hasta julio, para no llorar por la especie masculina, para excusarnos con otro viaje y para seguir metiendo en un saco trocitos de nosotras y de nosotras juntas. Yo por mi parte, brindo por las mujeres que derrochan simpatía y todo lo que chapurrea esta canción. Os hago una reverencia por vuestro saber estar, vuestra compañía, vuestra atención y mil gracias por vuestra paciencia y se que me entendéis. Cierro el curso con este escrito aunque no cierro el chiringuito para que sigáis viniéndome a ver e incluso tomaros alguna caña conmigo. El numerito de que os echaré de menos os lo meto en breves cara a cara así que yo de vosotras iría comprando paquetes de kleenex.

viernes, 15 de junio de 2007

post-casualidades

Antes siempre decía que podría contar mi vida uniendo casualidades. Hace ya un tiempo que no tropiezo con ninguna de ellas y lo hecho de menos. La casualidad siempre viene vestida de sorpresa, entra por tu puerta como Pedro por su casa y es que una casualidad es una parte nueva de tu vida que se une a otra que ya tenías metida dentro de ti y entre las dos conectan mucho o poco. Es entonces cuando piensas cosas como qué pequeño es el mundo, esto es la suerte, esto es una putada, esto cómo se come y un largo etcétera. Llegó un momento en el que, al final, pensaba que las casualidades me perseguían y yo las perseguía a ellas. Aparecían por debajo de las piedras y hasta daba miedo la cantidad de casualidades que se atrevian a juntar. Yo creía en ellas y por lo visto, ellas en mi, fueron de las de buena suerte y que pequeño es el mundo.
Ahora parece que todo ha evolucionado y la suerte que un día fue fruto de la casualidad, hoy es el día a día. Es mi primera entrevista de trabajo mañana por la mañana, son llamadas semanales para ver si soy lo que busca el objetivo, son personas que metí una vez en el saco de amistades y mucha historia más. A veces pienso que la casualidad ha ido tirando piedrecitas para que yo siguiese un camino y a pesar de mi miopía, más o menos, lo he sabido ver. Espero que, a pesar de ya no poder contar mi vida uniendo casualidades, pueda seguir chocando de vez en cuando con alguna de ellas. Una vez les cogí cariño, me enamoré un poquito de ellas y hoy, las quiero volver a ver.

martes, 5 de junio de 2007

Las palabras

Esta tarde estaba sentada en el banco de un parque cuando se me ha acercado un hombre de unos setenta años, con el pelo blanco y unos pequeños ojos azules. Como si nos conociéramos de toda la vida me ha dicho en tono confidencial: veo que eres una chica observadora. Y ha seguido: me he fijado que has analizado cada una de estas flores, cada rincón de este bonito parque y cada persona que ha pasado por tus ojos. Yo, después de esta lección de extrema observación, me he quedado con pocas palabras en el tintero. Él ha proseguido: si no eres dibujante, pensaré que eres compositora, sino eres compositora, entonces, estaré seguro que eres escritora. Por mi parte, ante un señor que sin haber cruzado palabra conmigo había dado varias veces en el centro de mi diana ha sido imposible no regalarle respuesta. Vergonzosamente, le he dicho que ni pintora, ni compositora, ni escritora aunque he admitido que me encantan las palabras. Sonriendo, ha repetido, “…las palabras”.
¿Y tú pequeña, cuentas palabras a montones? Lo intento, a veces consigo lo que quiero, las otras me quedo en el intento. Bueno, quedarse en el intento no es darse por vencido, es esperar otra oportunidad. Supongo que si. Yo me quedé en el intento una vez, era joven, flotaba como tu, quería ser escritor de historias muy bonitas. ¿Y que pasó? Llegó la guerra y con ella muchos se fueron, tantos que ya no creía en las historias bonitas. ¿Y pasaron los años y…? Y pasaron los años y llegó mi oportunidad, un amor, un hijo, un trabajo corriente, salud para todos y más palabras. Una nueva historia bonita. Si, la historia de mi vida, la que escribí hace ya un par de años. ¿Y como se titula? Recuérdame por mis palabras.
Volviendo a casa he pensado en la carga emocional de esta conversación. En el poder de las palabras, en la fuerza que toman cuando éstas quedan escritas y en la sabiduría que pueden llegar a demostrar. He pensado que nunca nadie nos recordará por nuestros pensamientos secretos.