viernes, 16 de noviembre de 2007

Flores,cena&co.

A mi me encantan las flores. Son la decoración más natural, el regalo más significativo y el detalle más perfecto que existe en el mundo. En mi casa cada semana las renuevo, será porque mi madre lo hace desde siempre y me lo ha pegado a mi. Me acuerdo de cuando paseaba sola por jardines secretos que una vez encontré. Ahora ya casi no lo hago porque se me ha gastado el tiempo y porque las fortunas no se pueden mirar cada día que sino pierden valor. Lo que si rememoro a menudo es aquella mezcla de olores que parecían sabores fundidos para respirar. Siempre me pasa, asocio momentos de mi vida con olores o perfumes y entonces me lío. Esto me pasa por memorizar tantas cosas asociadas a tantas otras.
Ayer volvimos a hacer cena en mi casa y flores rosas y blancas presidían la mesa aunque nosotras seis la protagonizamos. Hemos hecho tres nuevos fichajes que son piezas que nos van como anillo al dedo y nos regalan ataques de emoción. Como dice Mercedes, hacemos noches de bohemia y de ilusión (y no por la canción). Siempre acabamos bailando músicas que hasta hacen que se abra mi paraguas y sobre esto ya no cuento más porque ya estamos suficientemente colgadas como para ir contándoselo a todo el mundo.
Estas niñas hace un tiempo me regalaron un libro que hace abrir el corazón. Es un libro de visitas que a más cenas más palabras. Sus páginas están llenas de frases ordenadas y desordenadas que si las ojeas tienes sonrisa asegurada. Es lo que me pasa siempre, a mi los detalles me roban el corazón.

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