Nos convertimos en líquido y nos escapamos de todas las botellas descorchadas. Luego tu te evaporaste esparciéndote hasta la invisibilidad. Y yo me sequé, cómo rosas sin agua que no llegan a fin de mes. Y nos perdimos la pista que antes nos dejábamos para ganar al olvido. Pero olvidarte ya no me da miedo y así me despojé de los lazos con los que empaquetamos nuestras vidas. Y sin darme cuenta se me adelgazó la melancolía y se me esfumó la eterna nostalgia con la que tu me enseñaste a vivir.
A veces nos alimentamos de las líneas de vida que nos brindó el pasado por miedo. Miedo sin más. Pero es una sensación que debemos superar porque su contenido es el vacío. Y el vacío solo sirve para llenar. Pero para llenar de novedad.
1 comentario:
Es triste sentir "ese" vacio, pero es la vida... de todos modos tarde ó temprano llega otro lote de Navidad con botellas nuevas que descorchar
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