He leído las palabras de un amigo que cree que nada es grave. Yo esto me lo creo a medias y me hace gracia que él se tome esta afirmación con tanta filosofia (o esto parece). El hecho es que, con mucha maestría, ha descrito lo que evocan las máquinas tragaperras. Y por sorpresa, las ha comparado con la actitud femenina. Digo por sorpresa porque yo las relaciono con la actitud del género masculino. Los dos lados de la moneda, que cerca quedan uno del otro y que díficil es, a veces, que connecten y se entiendan a la perfección.
"Aquella máquina tragaperras era muy inteligente, sabía administrarle al pobre hombre la suficiente dosis de esperanza para que siguiese metiendo y metiendo monedas haciéndole creer que su victoria, su premio gordo, cada vez estaba más cerca. Bajo esa trampa basada en una falsa expectativa de éxito inminente el hombre siguió metiéndole monedas hasta quedarse sin un duro".
Desde aquí te felicito por estas palabras, has conseguido la medida exacta para que te aplauda.
2 comentarios:
Jaja!
Bueno un aplauso es un aplauso. Una vez me contaron que el secreto es reirse de uno mismo. En ello estamos. Besos y/o suerte!
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