En el mar de los agostos nunca olvidados siempre arrojo mi censura. Se la presto a la marea calmada de las noches profundas y me la guarda como un secreto. Luego me la devuelve, es un paréntesis de complicidad. Es una escena que tengo gravada en mi cabeza y que necesito repetirla para ser feliz cada vez más. Ahí es donde mis padres se escaparon por primera vez, donde mis abuelos nos vieron crecer, donde celebré muchos de mis cumpleaños, donde Blanca aprendió a ir en bicicleta. Donde, aún ahora, vamos los cuatro a sentirnos bien. (Nunca lo podemos vender, ya lo veis).
El mar de los agostos nunca olvidados es el que me vio escribir por primera vez, el que vio como me enamoraba por primera vez y el que me arropó cuando amaba por primera vez. Es la playa de mi vida que verano tras verano me ha visto crecer.
Me he dado cuenta de que, a pesar de hacerlo sin querer, solo he llevado ahí a las personas más especiales de mi vida. Supongo que es una inercia intrínseca a estar segura de perder, de repente, cualquier censura, y vivir totalmente a flor de piel.
Si me has acompañado ahí, cosa que dudo, me vas a entender muy bien. El mar de los agostos nunca olvidados es el secreto que más aprecio esconder.
3 comentarios:
Yo también te acompañe aunque quizá no lo recuerdes.Y tu refugio también fue el mío en su momento, momentos que preferiría no haber vivido,pero fue así.Me alegro que no lo podáis vender nunca, porque algo de mí también esta ahí
De anónimo nada soy yo....
Todos nosotros tenemos una "cabaña" secreta. Un lugar que solo compartimos con unos pocos. Me alegro de ser de esos pocos que has dejado entrar a una pequeña parte de ese iceberg que tanto comentamos...
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