Alguien me dijo una vez que ya no buscaba historias bonitas sino que historias verdaderas. Rozando el absurdo. La belleza de las historias, precisamente, reside en su grado de veracidad. Igual que la belleza de una historia es proporcional a lo difícil que será olvidarla una vez acabada. Si es que algún día cae en el olvido.
Las historias más bellas son esas que se te escapan de las manos. Aunque quieras, no las puedes controlar. Factor sorpresa. Perder los estribos. Autenticidad. Yo antes estaba completamente enamorada de los ingredientes de estas historias pero acabé por olvidarlos. El sufrimiento nos llena de puertas arrojando nuestras propias llaves a un mar tan inmenso que sólo quien más lo desee las llegará a encontrar. Y abrirnos, de nuevo.
Pero reabrir nunca fue tan fácil. Las costumbres siempre se acaban sentando en nuestra vida en el sofá más cómodo. Y cuesta, hacerlas levantar, y hasta caminar. Y que se olviden de su condición de costumbre. Bienvenida, novedad.
Y ahora me doy cuenta de que me comparo conmigo misma antes del dolor y es como si comparase a dos personas distintas. Antes sentía con los ojos cerrados, sentenciaba sentimientos de los que dudaba, pero qué más daba. Y, en cambio ahora, prefiero sentir con los ojos bien abiertos. Y dejar las sentencias dudosas para los corazones sin cicatrices, ahora ya no creo en el “qué más da”. Porque todo en lo que creo, para nada, me da igual.
El mismo alguien me dijo que yo vivía con miedo. Y, afortunadamente, así es. Será porque yo sí tengo mucho a perder y no me quiero arriesgar. Si llega un día en el que no tengo nada, entonces viviré sin miedo, sin pensar. Sin sentir. De momento, prefiero vivir con miedo, ese miedo que me reta a ganar. Ese miedo que me obliga a abrir los ojos y darme cuenta de que, afortunadamente, aparece gente a la que no se la puede dejar escapar.
Ya ves, las historias más bonitas son las que nunca se olvidan de tener en cuenta la verdad.
2 comentarios:
Aunque hay historias que al marchitarse también se les acaba la verdad. Entonces te das cuenta que eran cualquier cosa menos realidad. Una lástima pero, una gran verdad.
Siento llevar la contraria, pero en honor a la verdad lo haré.
Por mucho que se marchite o se olvide no deja de ser real y lo real es verdadero siempre.
El miedo mantiene alerta( eso es bueno) pero como consejero es pésimo.
Y si que da igual porque todo se supera y prevalece la "verdad"
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