jueves, 30 de agosto de 2007

Estrellas

Desde la ventana de tu habitación en el Raval siempre se podía ver la misma estrella. Si la miras con detención te das cuenta de que realmente si tiene la forma que todos sabemos hacer. Cinco puntas que muestran su momento álgido en el final de cada línea. Es allí cuando explotan tanto de brillo que realmente nunca puedes descifrar donde se acaba su figura.
Es intrigante y a la vez producto del azar saber cuantas miradas coinciden pasmadas en una estrella. Los humanos, a veces, confiamos más en lo lejano porque, a menudo, lo terrenal es traidor.
Me gustaría saber cuantos somos los que dejamos que nuestro deseo se sucumba en el interior de las estrellas y cuantos deseos se mezclan en una de ellas. Quizás nos engañamos y su brillo no es por la fusión nuclear, sino que es el producto de los continuos deseos que los humanos expulsamos en ellas. Yo confío en las estrellas porque, a lo mejor, no responden como quisiéramos pero nunca nos dejarán de acompañar.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Taiwan









Taiwán tuvo todo lo que deseábamos y aún mil veces más, ha llegado a la posición uno y, con medalla de honor, ha superado con creces todos los veranos de mi vida. Esta isla tiene algo especial que nos ha enamorado a todos y a cada uno de nosotros. Ellos son eternamente generosos y calurosos con todo aquel que ponga los pies en su país, tienen la habilidad de crear un continuo ambiente de bienestar y de ganas de quedarse mucho tiempo. Años atrás la isla se llamaba Formosa y le iba al pelo porque de norte a sur y de este a oeste hay lugares despampanantes que no me extraña que llegásemos a las ocho mil fotos.
La primera semana recorrimos la isla para descubrirla en su plenitud, nos tiramos al rafting, al buceo precioso y al banana boat. Visitamos templos repletos de dragones, colores impactantes, incienso, budismo y mucha mucha tradición. Bebimos en habitaciones de hoteles demasiado bonitos para nuestro estado, pasamos noches en playas llenas de antorchas y nunca nos despertamos con suficientes horas de sueño pero todo lo que vivíamos valía demasiado la pena para eclipsarlo con dormir. Nos atrevimos a masajes chinos de pies a cabeza y ahora entiendo lo de la tortura china, comimos manjares típicos que pudieron conmigo y he pasado demasiada hambre, paseamos por night markets hasta altísimas horas de la madrugada, aprovechamos al máximo el bajísimo coste de absolutamente todo y sobretodo disfrutamos y nos guardamos para siempre nuestra primera barbacoa todos juntos que decidimos como la mejor noche de nuestra vida.
La segunda semana la alternamos en dos partes. Primero estuvimos con nuestras familias en la capital, Taipei. Mi host mother era una persona estupenda y alocada digna de estudiar por su alterada vida. Le encantaba sacarme de fiesta con sus amigos aunque fuese nuestro mejor secreto y venir de compras con mis amigas por todos los lugares de la ciudad. Así pues nos la hicimos de nuestra confianza y desde entonces logró que todos tuviésemos pase libre para disfrutar completamente a nuestro aire toda la vida nocturna de Taiwán.
Después de estos días y de visitas diarias por Taipei, nos fuimos dos días a vivir a un inmenso y precioso templo budista. Allí los monjes budistas nos trataron como si estuviésemos en casa y lograron que esta religión nos gustase a todos ya que es muy natural, relacionada con nuestro día a día y muy libre de hipocresía. Así pues, decidimos todos juntarnos con ellos para vivir su practica religiosa y a las cinco de la mañana fuimos a su oficio matutino, enfundados en casacas negras y dispuestos a seguirles en su adoración a los budas. Fue una experiencia diferente a todo lo vivido y que gracias a tanta meditación y a todo el buen rollo que se palpaba una ha vuelto bastante relajada.
La tercera semana y ya muy metidos en la cultura taiwanesa nos fuimos a pasar cuatro días en una escuela de acrobacia china ya que allí es un deporte de lo más importante. Cada día entrenamos horas y horas para dar lo mejor de nosotros mismos el ultimo día en el espectáculo que estaba preparado. Así pues, aprendimos artes marciales, acrobacia, bailes chinos, Diabolo y hasta nos hicieron clases de caracterización de teatro asiático: fuimos geishas, payasos, budas y mil personajes más. El espectáculo salió de diez y nos encantó sentirnos como si artistas de un circo ambulante fuésemos. Además de todo esto, mi cumpleaños lo celebré allí, alquilaron un lounge bar para la ocasión y la fiesta y el día en general fue un regalo de 19 años que me costará olvidar en años. Aún así me contó aun amigo taiwanés que los nacidos en la isla nunca celebran sus diecinueve porque es un año de mala suerte y siempre se ha preferido pasar por alto. Espero que no sea lo mismo para mi.
Con los últimos días allí nos llegó un tifón que aunque nos dio un susto no tuvo, afortunadamente, la importancia de la que se había hablado. Solo vimos las nubes moverse al ritmo de nuestro caminar por la calle, la lluvia cayendo horizontalmente y alguno que otro vuelo cancelado.
Con todo esto ya llegó la ultima noche. Fue una cena repleta de gente de todo el mundo donde se hacen los típicos discursos y hay espectáculo continuo. Después, mis amigos y yo nos fuimos al Karaoke, para ellos es una afición desorbitada y es por esto que se trata de un edificio tipo el Ritz donde alquilas una preciosa habitación para cantar las horas que quieras y puedes beber, comer o hasta darte un baño si te apetece.
Con todo esto y muchas canciones que tocaron corazones, nos dijimos hasta la próxima. Fue una despedida un poquitín trágica porque llovía y porque nos habías querido mucho y se pausaba todo hasta que nos volvamos a encontrar. Pero yo me quedo con el recuerdo, con lo que he ganado y con toda la ilusión de haberlo vidido.
Este viaje no habría sido lo mismo sin Claire y Vianney, que ya desde el primer momento conectamos superbien como solía decir una de ellas. Costará que nos separen porque nos dimos invitaciones para vernos toda la vida ya sea en Barcelona, en el dulce Paris o en Méjico lindo.
También hemos querido mucho a Piret, la chica más loca de Estonia que anunció boda el año que viene y ya nos tiene a todos un asiento reservado. A Kai, que me sobran las palabras porque ya somos como hermanos y porque Ámsterdam solo me ha visto por primera vez. Zane y Patrick que a pesar de ser unos americanos muy patrióticos se nos han puesto a todos en el bolsillo y casi les adoramos y Jasper que junto a su compatriota holandés nos han brindado magníficos momentos de risa y gran diversión.
No quiero dejarme a nuestros monitores favoritos que, más que monitores grandes amigos: Roger y Sean, un par de taiwaneses que les necesitamos pronto paseando por Europa aunque ya han asegurado que se vienen. Lo mismo queda dicho para Ian, Tobias, Sophie, Lisa, Sirena y todos los demás.
Obviamente, no tengo espacio suficiente ni recursos bastantes para mostrar la grandeza, la perfección, la sorpresa y el valor que este viaje ha tenido para mi. Aún así, recomiendo a todo el mundo que, si tiene la oportunidad, escoja como nuevo destino Taiwán porque a nosotros nos cautivó de pies a cabeza y solo el recuerdo ya emociona.

Algunas de las Fotos : http://groups.google.com.tw/group/yeptaiwan/web/d3520yepcamp0708photoshare