martes, 26 de enero de 2010

La observación

Una vez corrí tan rápido que acabé dando volteretas y cuando me levanté no me acordaba de que había dado la vuelta por el suelo. Es cierto. Un lapsus de inconsciencia, sabes. Como cuando no se te ocurre mejor idea que vivir con las persianas de los ojos bajadas oficializando el cierre de chiringuito que ha hecho tu consciencia. Yo creo que, a fin de cuentas, sucede por desesperación, sea obvia o no. O quizás por miedo, ahora no me acuerdo. Sea como sea, tener los ojos abiertos como platillos siempre ha sido uno de mis mejores aliados –con sus mejores disfraces, por supuesto-. Quizás en “La Naranja Mecánica” se pasaron un poco pero no es un mal modelo –para estudiar de lejos-.

lunes, 25 de enero de 2010

Sombra

Es como este preciso instante en que la media luz moldea sombras en la pared. La apariencia de la realidad desde la media oscuridad. ¿Te imaginas que siempre viviésemos así? Quizás entonces los museos estarían repletos de pinturas en color y negro. El negro como expresión base, como tonalidad madre. La sombra de todo lo que vemos reflejada en un lienzo anti reflectante, la pared. Si las paredes hablasen…o pintasen…

miércoles, 20 de enero de 2010

Retrato: pronto.

Hay una foto muy vieja que siempre quise pero nunca tomé, aún. Mejor inexistente que mal acompañada, hasta el momento. Cuanto ha llovido desde que pensé en esa imagen, ahí florecí. La primera primavera o algo así. Es de esas fotos con bordes como mordisqueados que descubres en armarios olvidados. Rugosa y brillante. Blanco y negro, innecesario hasta el color. Significados brutales que atrapan para siempre. Aún no, pronto. Amor.

martes, 12 de enero de 2010

Nadie reta al olvido

Justo al lado de donde ya no queda nada desprendiste lo que te sobraba. Y así zambulliste los retales que no forman parte de ti en un olvido espeso y claro a la vez. El olvido es esa habitación que reside abierta hasta que pierdes consciencia de qué olvidaste. Y así adelgazas todas las maniobras que arbitran la nostalgia. Sin esperarte a ti misma, seguiste tu camino y así notaste ese frío que alarma a un recuerdo que es principiante en el arte del olvido. Pero como las estaciones, sólo vivías un frío temporal que se funde, casi inconscientemente, con el preludio del calor. Y cuando llegaste al verano de tu persona, el hielo impregnado en pasos ya lejanos quedó tan relativizado que perdiste la llave de ese recuerdo en la habitación del olvido. Y así, olvidaste.

Olvidaste que nadie olvida rogar al olvido. Para olvidar.

Fase de una etapa

Ella no quiso tachar en el calendario diez días vividos y contados porque tachar lo precioso es como inundar vaciando: un sinsentido. Pero almacenó: retó su precisa memoria a la perfección para no olvidarse de un inicio inolvidable. Y es que, a veces, lo inolvidable ni se acuerda de los distritos de la memoria por desear vivir demasiado a flor de piel. Pero ella siempre fue muy barroca y las calles de sus emociones siempre vivieron plagadas de sus compañeras las sensaciones. Y así se empapó de las volteretas sensoriales y emocionales adrede, como siempre...pero, esta vez, fue distinto.