martes, 26 de enero de 2010
La observación
Una vez corrí tan rápido que acabé dando volteretas y cuando me levanté no me acordaba de que había dado la vuelta por el suelo. Es cierto. Un lapsus de inconsciencia, sabes. Como cuando no se te ocurre mejor idea que vivir con las persianas de los ojos bajadas oficializando el cierre de chiringuito que ha hecho tu consciencia. Yo creo que, a fin de cuentas, sucede por desesperación, sea obvia o no. O quizás por miedo, ahora no me acuerdo. Sea como sea, tener los ojos abiertos como platillos siempre ha sido uno de mis mejores aliados –con sus mejores disfraces, por supuesto-. Quizás en “La Naranja Mecánica” se pasaron un poco pero no es un mal modelo –para estudiar de lejos-.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Estimada Marta... cuanta sabiduría en tus palabras,oir, ver y callar pero siempre saber estar.....jijijijiji
Hola, muy bueno lo que escribis
Publicar un comentario