sábado, 7 de diciembre de 2013

Los días embotellados

Los días de sol eran tan pocos que estaban embotellados, los descorchaban como el capricho de un día y luego, vivían en la resaca de todos los días de frío. Se encontraban en la esquina de la plaza, al lado del quiosco, y se saludaban con dos besos, uno teñido por la media bufanda que arropaba la cara y el otro por el desparpajo del viento que desaliñaba la melena. Luego caminaban hacia el café con los dedos de los pies asustados dentro de las botas y con las manos inexistentes escondidas en los finales de las mangas de sus abrigos. Siempre se encontraban a esa hora en la que la parte izquierda del cielo aún aguanta el día y la parte derecha ya se ha puesto el pijama. Entraban en el café y nunca sabían si era la hora del té o la hora de la copa de vino, como si existiera un horario universal para tomar bebidas. Una escuchaba mientras escudriñaba minuciosamente las partes de sus uñas que aún eran comestibles y las devoraba. La otra hablaba de la claustrofobia como si su mente leyera líneas de un discurso ya usado pero en realidad, pensaba dónde iban a parar todos los trozos de uña que la otra capturaba. Una vivía en sus nervios y la otra en su curiosidad. Pasaban del té al vino y la música del café las acompañaba como si también cambiara de acto con ellas. Ahora ya no eran conscientes de la alerta de los dedos de sus pies, y las bufandas habían caído al suelo por la suavidad de la madera de las sillas. Sus mejillas acumulaban el calor como perfectos círculos rojos de energía y sus carcajadas destronaban los efectos de ese té que se acabó hacía ya cuatro horas. Y volvían a casa, con la tontería en los huesos, con la resaca y la excusa de los días de frío en el bolsillo de las horas buenas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

El rincón de los despojos

Cualquier sitio puede convertirse en desván, hay rincones en la calle donde la gente deja los recuerdos que no tienen sitio en la memoria. El desapego recicla el sentido de todo lo que dejamos y otro descubre. Como esa caja de galletas con fotos en blanco y negro que alguien dejó entre las basuras de la calle. La vida de una familia inglesa impresa en un papel tintado de ocre por el paso de los años y envejecido por el manoseo de varias generaciones. Caras desconocidas que alguien encontró y reinventó la historia de sus vidas, un modo azaroso y romántico de ver la vida que hay después de la muerte. Como todas esas sillas balancín que han mecido la sabiduría de la vejez y ahora están abandonadas a punto de ser descubiertas por un joven estético que les quitará la historia mutándoles la piel. La basura de algunos es la reliquia de otros, si el Pasado levantara la cabeza…

sábado, 10 de agosto de 2013

El espejo

Lo que salía de esa guitarra que tocabas a veces era la presentación de todos los pasos que tú, a lo lejos, ibas caminando para acercarte sin saberlo. Los cielos han cambiado tantas veces como los brazos que te cobijan y todos nos vamos con el cielo que dejamos atrás. Viajamos con espejos desde lados opuestos y un día, cuando la distancia se disuelve ves tu reflejo en otro espejo y vuelves a estar en un más allá. Y un más allá es una esperanza nueva que quizás es sólo una copia actualizada de lo que ya viviste una vez, con otro espejo, en otro cielo pero en tu misma realidad.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Globos de colores

Se veía un marco grande de madera dorada y vieja y dentro estaba ella con globos de colores en la mano. No era una pintura ni una fotografía, era ella que se miraba en un espejo y se imaginaba así. Era ella siendo producto de su imaginación. En cada globo había caramelos de colores y piruletas con forma de corazón. Y en sus pies, había menos barro que el mes anterior. Como un cohete, ella lo que hacía era esperar el día de su despegue. El día en que los globos se convertirían en alas y la presión de la altura haría explotarlos para que todos los caramelos se transformaran en un aura de sueños tangibles por los que brindas con champagne.

martes, 19 de febrero de 2013

Hoy no existe

Estuvimos en un andén en el que pasaron tres trenes y nos dio igual porque nosotros ya habíamos cogido ese tren que no queríamos perder. Si alguien hubiera hecho una foto, se vería el tiempo parado entre nuestros ojos y la velocidad a nuestro alrededor. Todas esas líneas que acortan las distancias bajo tierra, ahora son como salas de espera para mí. No sé qué es más cercano, si la lejanía o el tiempo.

jueves, 31 de enero de 2013

Luz

Prefiero por igual a una mariposa de lejos que de cerca, es para mí lo mismo que decir: es igual de bonito el otoño en pintura que en melancolía. Nadie vive entre los acantilados de lo que decimos sin ser precisos y es que todos prefieren ese paréntesis lleno de información que, en realidad, es sólo una muleta. Pensaba que disfrazarme me gustaba más que ir desnuda, ahora no estoy segura, igual que no sé si prefiero preguntar o responder. ¿Cómo es posible que haya quien tenga los pies tan habituados a sobrevivir en la cuerda floja? ¿Se ensaya el ser valiente? Los roles y las personalidades están tan cerca de los malabarismos que hasta pueden llegar a ser comedia. Para mí la primavera es el año nuevo y hoy en una esquina, la he olido al mirar, como un manto de música que pasa veloz para presentarse y no hacerse olvidar. Cuentagotas de emociones como aleteos precoces que pronto van a brotar.