martes, 28 de abril de 2009

Ficción con emoción

Nunca he sido envidiosa, quizás porque creo que es una de las peores enfermedades que puedes (escoger) tener. Pero hay libros que guardan historias tan bonitas que despiertan celos en mi. He estado pensando en ello y creo que me sucede por una mezcla de insatisfacción y ganas de vivir historias de ensueño. El caso es que hay libros que pauso para que nunca se acaben. Los alargo para poder volver a esa maravillosa historia y meterme en la piel de esos personajes y así soñar. No es ningún secreto que nuestras historias de ficción favoritas son aquellas que tienen un punto en común con nosotros. Ese “algo” con el que nos sentimos identificados y nos permite disfrutar de la historia de una forma mucho más a flor de piel. Y así, metiéndonos en el papel del personaje, acabamos por creer que esa trama y esos personajes son mucho más especiales que los demás. Empatizar hace sentir más. Y, últimamente, tengo una historia entre manos con la que no dejo de empatizar. Quiero ser la chica de los jazmines. Si lo has leído, ya sabes de qué va.
Una vez la ficción no superó mi realidad. Ahora tengo un nuevo deseo: que la ficción no supere lo que me está por llegar.

lunes, 27 de abril de 2009

Sensibilidad olvidada

Creo que he perdido la sensibilidad con la que vivía el romanticismo. Quizás este pensamiento no es más que un espejismo dado que el romanticismo en mi vida actual existe sólo en la ficción. El caso es que me fui de todas las películas en las que vivía y me quedé viviendo en la pura realidad –siempre con alguna escapada a las nubes, por supuesto-. Y hasta hoy, no había sido consciente de ello. Quizás porque la pasión que antes invertía en todo se ha relativizado y ahora observo lo que me sucede a través de unas cortinas. Dejo que todo siga su curso natural y ya no me encargo de crear situaciones. Antes parecía una profesional, me pasaba media vida buscando ocasiones, podría haber montado una empresa de encuentros “casuales” de felicidad y me hubiera forrado porque, realmente, hacían que cualquiera se pudiera sentir feliz. Pero ahora ya me da igual, me he anclado en el “si tiene que ser, será” y lo aplico a todo de una forma descarada. No veas la tranquilidad que da pero, al mismo momento, creo que mata a este romanticismo del que hablaba. Antes me enamoraba y mi corazón hacia unas carreras imposibles para alcanzar cualquier indicio de felicidad. La Vie en Rose era mi banda sonora favorita en cualquiera de sus versiones y planeaba escenas hermosas para compartir, con un par de velas, arena y un vestido de hilo blanco. Enviaba mensajes cortos que contenían la palabra amor, amor como nombre de persona querida, adorada y amada. Me dormía sabiendo que estaba enamorada. Que todo era romántico. Que era un romance encandilador. Que tenía sentido mi pasión. Pero ahora, de repente –como todo lo que sucede últimamente-, me doy cuenta de que el juego que le daba el romanticismo a mi vida ya no me tiene como jugadora. Y así veo que sufrí un gran proceso de racionalización del que me doy cuenta ahora. Creo que es un poco triste porque mis ilusiones están destiladas pues les falta un ingrediente para ser la mejor poción. Me falta que aparezca alguna chispa que reabra la emoción y así se vuelvan a corromper mis sentidos y no consiga ni yo parar el ciclón. De momento, lo que nunca habría imaginado: cabeza 2, corazón 0.

viernes, 24 de abril de 2009

Estrella

Entender mi vida uniendo casualidades. Causalidades, claro. Lo que guarda mi estrella ya lo conocía. Ahora, aparte de conocerlo, lo entiendo. La estrella nunca pierde, siempre gana. Y me gana a mi misma, con la sorpresa. Un deja vú inmenso llega de repente. Igual que de repente me di cuenta de que tu estrella ya no estaba. Quizás porque solo aguantaba ahí por mi. Y al dejar de creer en ella, se fue contigo. Que más da. No era esa estrella la que yo tengo en mi. La buena estrella. El personaje de Estrella, el símbolo que marca la diferencia entre las personas, el creer en.
Hay muchas estrellas, por suerte. Quizás son parecidas a los amarillos, de “El Mundo Amarillo”. Todas con la misma capacidad de impresionar, son poderosas. Pero no todas son la que crees que es para ti. Dudo de que alguien entienda de qué hablo, no pasa nada. Me escribo a mi. Quizás he descubierto la diferencia entre un amarillo y una estrella. El amarillo vive lejos, la estrella vive cerca. Y yo me llevo a la estrella, en este caso, de por vida. Es curioso como, a veces, sin esperarlo, los sinsentidos tienen un sentido descomunal. Pero la ignorancia, puede ayudar, a encontrar la felicidad. Y yo creo que, de momento, me lo aplico porque con cinco sentidos ya tengo suficiente. Como tú bien dices: siempre siento demasiado.

miércoles, 22 de abril de 2009

Querido Jon

Él no sabe que lo pienso pero para mi somos Sienna Miller y Jude Law en Alfie. Me di cuenta entre las luces que descorchaba esa noche de discoteca donde los besos y mi vestido azul eléctrico nos acaparaban. Es el hombre de las mil máscaras que me salva de mi misma constantemente. Fuimos amantes que iban a deshora y nos pudo la amistad. Eres la paloma que una noche me inventé y treinta noches más tarde compartí en un paseo frío y fugaz que te presentó como persona sorprendente. Parecemos de la misma sangre cuales hermanos de confidencias y complicidad que crean historias compartidas para retar al mundo y a los demás. Nos ayudamos a ser rotundos ganadores protegiéndonos la espalda y desafiando nuestra propia personalidad. Nos teníamos que encontrar. Ahora que me llamas desde la gran manzana te echo de menos en general. Suerte que siempre nos tenemos líneas cuenta vidas preparadas que nos tienen lejos pero cerca, como buzones siempre llenos sin avisar. Quiero volver a decirte que te voy a comprar un sombrero y a ser tu agente personal y luego nunca hacerlo, ya es como un ritual. Quiero pasear por Paseo de Gracia y discutir sobre quien se lleva más miradas ajenas y yo fumar y que tu no dejes de rechistar. Quiero que me lleves a esos restaurantes de sibarita elegante y que te metas a todas las camareras en el bolsillo aunque digas que no te han oído porque modulabas la voz. Echo de menos que me hagas sonrojar y que me pidas que pare de tirarte estrellitas con los ojos. Echo de menos que te hagas el galán y luego me llames para contarme que eres el más moderno de Razz. Y que me digas que te has enamorado y el día siguiente ya tengas a otra a la que conquistar. Y que critiques a mis amores porque no quieres que me lo hagan pasar mal. Y que nunca te rías conmigo porque no vaya a ser una señal de debilidad. Y que me llames y empieces la conversación por el final. Quiero que me cuentes la táctica del caracol invertido por milésima vez hasta el día que yo la sepa asimilar. Quiero que vuelvas de la gran ciudad con una bolsa entera de cosas para contar. Y que exageres tu visión hasta que yo te diga que te ciñas a la realidad. Y tu me dirás que ya estamos otra vez con el paraguas de Mary Poppins del que tanto, a los dos, nos gusta abusar. Echo de menos nuestras comilonas en San Cugat, donde me presentas a tus amigos y les cuentas que me harías el amor si yo me dejara amar. Y te quedes tan ancho mientras yo me hago la sueca. Y entonces dices: “qué bien te quedaba el rubio, no se porque te has tenido que estropear”. Y mientras dices esto haces una masa en la boca que yo ya sé de que va, hago lo mismo, que difícil es diluirlo y tragar. Ríete un poco ahora, va, que este año no voy a tener tu rosa de devota amistad. Y regresa pronto, que vernos crecer en e-mails no me acaba de gustar. Y piensa en el enorme abrazo que te voy a dar que, durante este tiempo, me he dado cuenta de que somos demasiado fríos para tanta complicidad.
Eres un gran amigo, ya sabes que se lo digo a pocos, pero también sabes que te lo digo desde la más sincera verdad.

lunes, 20 de abril de 2009

"Destinatarias"

Me colgué en la cuerda en la que los días corren como regalos con lazo listos para abrir. Carrera continua a la felicidad. Que bueno que el techo ya sea un sol espléndido y que esas noches de estrellas quieran ver salir el sol, “desde todos los portales de la luna”, cómo cuenta la canción. Mi madre me dijo que vuelvo a escribir bonito y ella sabe bien que la buena transición siempre me ha llenado de emoción. Qué más da si las rosas no me llueven el jueves, será que el destino no ha contado conmigo para este floral chaparrón. Yo ya he hecho la maleta, contando contigo querida amiga, para irnos a todos esos lugares de evasión donde brota la ilusión. Y es que a ti, ya te lo dije, te debo un año de felicidad en mi vida. El tiempo es sabio y nos prepara a las dos, quizás me recuperé para ganar fuerzas y dártelas a ti, que las tuviste, y sobradas, para mi. Ahora, sin duda, ya nos merecemos un premio compartido, ya sabes de qué hablo, así que cruza los dedos y esperemos que no solo volemos en nuestra imaginación.

sábado, 18 de abril de 2009

Caducado

Te contaría que hay una victoria del destino
Pero así descubriría el resto de tus días
Y tú siempre me hiciste jugar a tientas
Con la luz apagada y sin colchón
Caída al vació. Yo.

Siempre llego tarde a la revisión de mi vida
Me vivo desde tan cerca que pierdo visión
Pero cuando se cierra una puerta, se abre una ventana,
Y las razones que no pesan pierden su razón
Prescindiste de hacer lo imprescindible:
Tener un detalle con mi corazón

Mandarme flores cada semana
Escribirme cartas sin autor
Poner esa música que tanto me encanta
Buscarme a tientas por la habitación

Contarme aquello que nunca contaste
Darme una vez al mes la razón
Sonreir retando a mi mala cara
Decirme guapa sin que te lo pida yo

Comprame un viaje a tierras lejanas
Dejar que luego te invite yo
Leer mis palabras cada mañana
Llamarme sin razón

Abrazar mi cuerpo con ganas sobradas
Besarme lento aunque con pasión
Volver a ser el niño con cara lavada
No reprocharme que también lo sea yo

Hacer una peli, poema o canción
Hacer lo que quieras pero de corazón
Creer en ti mismo para así hacerlo yo
Hacer todo esto por una sola razón.

Caída al vacío. Tú.
Adiós.

martes, 14 de abril de 2009

Fotografía personal

A veces las personas somos como fotografías. Instantáneas repletas de detalles que se nos escapan al vuelo. Las palabras que se transportan desde la boca al oído pueden ser contratos de ilusión. Palabras que a veces oímos y no escuchamos. Escuchar como verbo pleno. Y nos perdemos, entonces, las salidas a la sorpresa. La seducción de la retórica es la persuasión. Encandilar. Pero hay más detalles. Quizás siempre fui demasiado minuciosa en mis análisis pero que alguien me sorprenda siempre ha sido lo mejor que me podría pasar. Lo mejor que nos podría pasar. Y ves que cada persona esconde una sonrisa distinta, quizás son múltiples sonrisas para diversas ocasiones, depende de cada fotografía. Las sonrisas se visten distintas, depende de la situación. Y el arqueo de las cejas explica lo que cuentan los ojos. Y cada expresión añadida es el anillo que simboliza el compromiso que cada uno tiene con sus palabras. Y aquí se descubre cómo cada uno se tiene en cuenta a uno mismo. Más o menos. Quizás demasiado, quizás nada. Y entonces ladeamos la cabeza como énfasis a nuestra escucha. A veces actriz. Y asentimos y negamos, con la cabeza para no quebrar la línea de la comunicación. Y entonces esa persona nos llega dentro o se queda en la frontera. Pero quien logra entrar es como esa fotografía que guardamos en nuestra más preciada caja de recuerdos. Aquella que siempre volvemos a mirar, a parar atención, a buscarle los detalles. Los detalles, magnífica invención, aplastante diferencia.

lunes, 13 de abril de 2009

Peso pluma interior

Cuando vuelvo siempre llego distinta. Quizás lo que me faltaba era abrir los ojos para realmente hacer un paso adelante. Eso de pasar página se me daba bien años atrás, pero hace tres calendarios enteros que me dedico a girarme y mirar atrás en cada esquina. He vivido en una romántica visión de la melancolía que de tan exagerada que era ha explotado. Y lo ha hecho en mi cara. Y sólo así me he dado cuenta de que debo hacer mis días completos y dejar la continua revisión de los recuerdos para cuando tenga ochenta años. Nos pasa a muchos, lo de vivir de recuerdos y del pasado. Sólo con dos sorbos de café y veinte palabras ya te das cuenta de quién es una persona pasado, una persona presente o una persona futuro. Y yo, que nunca tuve un equilibrio de aplauso me alimento de lo bonito del pasado y sueño con llegar a la meta del futuro. Y escribiendo esta frase me siento absurda por omitir el camino, que resulta ser, mira por donde, el mismísimo presente. Que bueno que ahora, primavera, sea el momento para ser consciente del hoy pues el sol y las flores siempre me han dado un camino mejor. Soy feliz con lo puesto, lo demás lo he tirado porque el peso que sobra nunca fue de mi agrado. Peso pluma interior, ¡sí señor!