miércoles, 22 de abril de 2009

Querido Jon

Él no sabe que lo pienso pero para mi somos Sienna Miller y Jude Law en Alfie. Me di cuenta entre las luces que descorchaba esa noche de discoteca donde los besos y mi vestido azul eléctrico nos acaparaban. Es el hombre de las mil máscaras que me salva de mi misma constantemente. Fuimos amantes que iban a deshora y nos pudo la amistad. Eres la paloma que una noche me inventé y treinta noches más tarde compartí en un paseo frío y fugaz que te presentó como persona sorprendente. Parecemos de la misma sangre cuales hermanos de confidencias y complicidad que crean historias compartidas para retar al mundo y a los demás. Nos ayudamos a ser rotundos ganadores protegiéndonos la espalda y desafiando nuestra propia personalidad. Nos teníamos que encontrar. Ahora que me llamas desde la gran manzana te echo de menos en general. Suerte que siempre nos tenemos líneas cuenta vidas preparadas que nos tienen lejos pero cerca, como buzones siempre llenos sin avisar. Quiero volver a decirte que te voy a comprar un sombrero y a ser tu agente personal y luego nunca hacerlo, ya es como un ritual. Quiero pasear por Paseo de Gracia y discutir sobre quien se lleva más miradas ajenas y yo fumar y que tu no dejes de rechistar. Quiero que me lleves a esos restaurantes de sibarita elegante y que te metas a todas las camareras en el bolsillo aunque digas que no te han oído porque modulabas la voz. Echo de menos que me hagas sonrojar y que me pidas que pare de tirarte estrellitas con los ojos. Echo de menos que te hagas el galán y luego me llames para contarme que eres el más moderno de Razz. Y que me digas que te has enamorado y el día siguiente ya tengas a otra a la que conquistar. Y que critiques a mis amores porque no quieres que me lo hagan pasar mal. Y que nunca te rías conmigo porque no vaya a ser una señal de debilidad. Y que me llames y empieces la conversación por el final. Quiero que me cuentes la táctica del caracol invertido por milésima vez hasta el día que yo la sepa asimilar. Quiero que vuelvas de la gran ciudad con una bolsa entera de cosas para contar. Y que exageres tu visión hasta que yo te diga que te ciñas a la realidad. Y tu me dirás que ya estamos otra vez con el paraguas de Mary Poppins del que tanto, a los dos, nos gusta abusar. Echo de menos nuestras comilonas en San Cugat, donde me presentas a tus amigos y les cuentas que me harías el amor si yo me dejara amar. Y te quedes tan ancho mientras yo me hago la sueca. Y entonces dices: “qué bien te quedaba el rubio, no se porque te has tenido que estropear”. Y mientras dices esto haces una masa en la boca que yo ya sé de que va, hago lo mismo, que difícil es diluirlo y tragar. Ríete un poco ahora, va, que este año no voy a tener tu rosa de devota amistad. Y regresa pronto, que vernos crecer en e-mails no me acaba de gustar. Y piensa en el enorme abrazo que te voy a dar que, durante este tiempo, me he dado cuenta de que somos demasiado fríos para tanta complicidad.
Eres un gran amigo, ya sabes que se lo digo a pocos, pero también sabes que te lo digo desde la más sincera verdad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(...)Viniste sin embargo diferente a las demás. Fuiste tú, sin querer ser ella. Ella La interesante, Ella la inteligente, Ella la poderosa, Ella la guapa. Simplemente Marta. Simplemente Vives. Simplemente la interesante, la inteligente, la poderosa y la guapa. Pues como evitar ser todas ellas, si todas quieren ser como Tu. Y fue ese tu el que me hizo querer ser yo. Fue ese tu quien me recordó que una vez hubo un Yo. Mi mascara 1001. Mi nueva musa. Mi inicialmente proyecto incomprendido. Pintar tu mascara era pintar un canon de detalles. El infinito aprendizaje. La profundidad más amigable. Fue enamorarse de la frustración y prácticamente hacer el amor con ella. No se podía ser Marta, no se podía ser ella. Sencillamente porque ella no era una mascara. Era un desnudo. Y carnavales desnudos he vivido pocos en mi vida. Uno solo. El que no viví contigo. Comprender que no pudiendo ser Marta, ella quisiese ser parte de mí, fue difícil. Ella es el saber, el sentir. Yo el pensamiento. Ella sabe y siente. Yo pienso. Ella a veces sabe y siente demasiado. Yo siempre pienso demasiado (...)

:) :)

Anónimo dijo...

Cuanto de menos echo a mi asistente personal, a mi sombrero invisible, a mi actriz favorita y a una de mis mejores amigas.

Gana ya el oscar, quedate tranquila y dame un abrazo coño.