jueves, 19 de junio de 2008

Desde el instituto

Ayer cenamos en el Raval a modo de reencuentro. Las amigas del instituto son de esas que te las guardas en el bolsillo para no perderlas. Son cojonudas, te lo digo yo. Son de esas personas que aunque la vida se agite siguen siendo tal cual, te guste o no, son así y punto. Yo soy consciente de que ellas son uno de los ingredientes de mi. No sé si ellas son conscientes de ello. El hecho es que durante años me han hecho ver que hay mucho más aparte de mi mundo y de mi entorno, yo les estoy enormemente agradecida. Sus personalidades son descaradamente verdaderas y la sencillez de su interior las hace fuertes y admirables. Tienen unos valores vitales muy bien asimilados que forman parte de sus identidades. No son copias de nadie, bravo.
Son como duendes terrenales que encuentran la felicidad fácilmente. No es que se conformen con poco, sino que ellas son almas felices de por si. Te lo juro, te das cuenta solo con mirarlas, a ellas y a sus respectivas sonrisas. Esto es genial porque cuando estás al lado de una persona que está bien con ella misma, tú te sientes paradisíacamente fenomenal. Y te tomas una caña más para no acabar la jornada. Y hablar de juegos que rompen el hielo y de personas que son tu amarillo. Y te fumas otro piti para decirle que no es creativa pero si admirable, que lo prefiero, al fin y al cabo. Y apuras para pedir la cuenta para que te cuenten que para que te encuentren debes saber donde estás tu mismo. Y al irte no aplaudes porque las besas y las abrazas pero piensas en lo bueno que ha sido verlas otra vez. No nos decimos adiós, ni hasta luego, fíjate, nos reímos hasta el final y nos llamamos cuando nos apetezca, realmente, un encuentro otra vez.

martes, 17 de junio de 2008

Atreverse a:

Hoy hemos esbozado situaciones divididas en dos. Por un lado, atreverse y, por otro lado, no atreverse. Y este tema te digo que lo sacas un día y le sacas una punta tal que lo tienes metido en la cabeza horas largas. Atreverse tiene siempre un mismo resultado que es igual a satisfacción –aunque sea solo por piscinazo-. En cambio, lo de no atreverse ya es un mundo aparte que cómo no vigiles hasta te metes en círculos lacrimales que van desde el arrepentimiento hasta la desesperación. Visto lo visto, hemos decidido dejar en el cajón la situación dos porque las heridas se curan a medias y porque el luto es una palabra que nos iba grande hoy.
Resulta que, a pesar de ser una panda de chicas que se auto consideran poco atrevidas, telita con la lista que hemos confeccionado. Han habido repeticiones de “apaga y vámonos” cuando nadie creía tener los santos cojones de cerrar chiringuitos de dimensiones cosamala. Ha aparecido medio mapamundi por necesidades repentinas de largarse lejos, por necesidades intrínsecas de viajar a tierras insólitas porque si y sobretodo, de plantarte al otro lado del mundo con una mano delante y otra detrás, más sola que la una y dispuesta a sentencias cuales “lo que me echen”. También se ha hablado de ligoteos varios pero esto ha quedado penalizado porque olía a noches alcohólicas y desespero sensorial. Una ha contado que mató a dos pájaros de un tiro, desafiando la altura y a la gravedad y que juró, una vez arrojada al vacío, que esto era un golpe bajo hasta para su adrenalina. Y, entonces yo he pensado que era mejor no contar que yo no me subo ni a la Estampida ni al Dragon Khan, no por miedo a caerme o a las alturas sino por amor a mi corazón que ya no daría para más. Luego hemos evolucionado el tema hasta conceptos más abstractos que van desde los pecados capitales hasta los sentimientos. Hemos afirmado todas que nos atrevemos con la gula, la lujuria y, como dice Isabel Allende en uno de sus libros, hasta con el puente entre las dos, piénsalo. Nos atrevemos con la rabia instantánea y a largo plazo, con los celos amorosos y con la placentera felicidad. Una ha contado que se atreve con la envidia porque afirma ser momentáneamente superficial y hasta con el desprecio –que creo yo que lo relaciona con la envidia y le hace bastante mal-. También nos atrevemos a luchar por valores e ilusiones e incluso, nos tiramos a la piscina si se trata de atreverse a lograr. Nos atrevemos a querer y a ser nosotras mismas que esto nunca viene mal. Y llegadas a este punto, la conversación se ha desviado y hemos hablado de personalidades baratija y personalidades de lujo que su secreto es su verdadera identidad. Eso sí, hemos acordado doblar la lista de “me atrevo a” este verano y el jugo que puede contener no me lo pierdo ni por atreverme a decir que no soy cotilla y una amante de los entresijos de la vida y de lo que somos y soy capaz.

Prosigamos

Ayer por la noche, cuando escribí el último articulo me di cuenta de la forma rutinaria que, desde hace un tiempo, tiene mi escritura. Y, efectivamente, no soy la única que lo piensa. Gracias por la crítica, los ojos ajenos, afortunadamente, delatan y más, si se trata de evidencia. El hecho es que esto ha sucedido “por culpa” de un estancamiento emocional que reduce mis palabras y mi volatilidad mental. Pero llega un momento que, por inercia, tiramos adelante y entonces, se reabre –deseo- la emoción. Aún así, como ya he contado varias veces, este espacio es, de algún modo, un reflejo directo de mi. Las fases de mi camino están aquí encerradas o mejor dicho, liberadas. Y seguirá siendo así, cuando esté arriba y cuando esté abajo porque las palabras –entre otras cosas- son mi vía de escape y de evasión. Son las responsables de que yo me de cuenta de que hay una evolución, un punto de inflexión.

lunes, 16 de junio de 2008

Over

Cerrar una caja con una historia dentro es una despedida. Le haces un lazo para que no se abra sin querer y la regalas. La regalas al olvido con mayor o menor decisión pero la apartas de tu camino. Esta caja en concreto guarda un corazón desesperanzado que no late por felicidad. Cuando esto sucede significa que el latido, a pesar de ser verdadero, no habría llegado a buen Puerto. Todos los corazones buscan la felicidad.
Yo nunca había empaquetado historias que provienen desde el corazón, porque su valor era de un gran significado para mi. Pero llega un punto en el que las líneas mentales y emocionales dicen basta y, entonces, se dibuja el punto y final. Como me dijo un amigo un día, una de las bases de la felicidad es querer a esas personas que nos quieren. Y en esta sentencia es en la que me aferro yo. Al fin y al cabo, yo me nutro de sonrisas, si estas no existen no hay ningún motivo por el cual viajar por los recónditos lugares de la emoción. Dicen que de los errores y de los obstáculos aprendemos y, afortunadamente, es así. La perspectiva se amplia, según las dimensiones de la caída, y, una vez de pie, te das cuenta de todo lo que has cargado en la experiencia. La experiencia me dice que valorar a las personas es ser rico interiormente, que desde el momento que te piden que te rebajes, empieza un círculo de desprecio –para mi, despreciable-, que a pesar de los pesares, nos tenemos que cuidar a nosotros mismos y tenernos en cuenta y sobretodo, que los juegos emocionales son peligrosos. Cuando el rencor es una hacha de guerra, la inteligencia puede llegar a ser malévola, las emociones frívolas y el sentido de los sentimientos puede llegar a ser, desgraciadamente, superficial.

sábado, 14 de junio de 2008

Compañera soledad

Se acaba la función y todos se van a casa. Algunos con los hombros arropados y otros con la sombra de su propia soledad. Una soledad que golpea silenciosamente sin piedad, que invade ojos mediocremente relucientes que solo relucen por la lágrima que se cuela a su pesar. Las parejas son ases de corazones que se reducen a su propia felicidad. Se enternecen con la dependencia de sus miradas y se rozan desafiando lo que puede, luego, pasar. No se giran a mirar al que camina solo a su lado o detrás. No le tienen nada que envidiar, es la fuerza del sentimiento compartido lo que nos hace admirar. Las almas desalmadas son una contradicción para cualquiera que no sepa lo que es añorar. Una añoranza generalizada de la emoción que irradia enamorar.
A los que caminan solos después de la función, solo les queda recordar. Viajar por la melancólica línea de su pasado y embotellar resquicios de sentimiento que un día, borrachos de amor, lograron cultivar. El recuerdo es uno de los pocos alimentos que no caduca si lo cuidas. Es el postre del presente para aquellos que divagan por su existencia. Para aquellos que quieran atemporalizar los momentos de su vida. Para aquellos que quieran teñir su soledad de retales de compañía que un día llegaron a encontrar.

miércoles, 4 de junio de 2008

El doble significado de las tragaperras

He leído las palabras de un amigo que cree que nada es grave. Yo esto me lo creo a medias y me hace gracia que él se tome esta afirmación con tanta filosofia (o esto parece). El hecho es que, con mucha maestría, ha descrito lo que evocan las máquinas tragaperras. Y por sorpresa, las ha comparado con la actitud femenina. Digo por sorpresa porque yo las relaciono con la actitud del género masculino. Los dos lados de la moneda, que cerca quedan uno del otro y que díficil es, a veces, que connecten y se entiendan a la perfección.

"Aquella máquina tragaperras era muy inteligente, sabía administrarle al pobre hombre la suficiente dosis de esperanza para que siguiese metiendo y metiendo monedas haciéndole creer que su victoria, su premio gordo, cada vez estaba más cerca. Bajo esa trampa basada en una falsa expectativa de éxito inminente el hombre siguió metiéndole monedas hasta quedarse sin un duro".

Desde aquí te felicito por estas palabras, has conseguido la medida exacta para que te aplauda.

lunes, 2 de junio de 2008

Our picture

I once packed the bags of my heart
I put our picture in a box and hid it so I couldn’t find.
I though I was this free bird who’d fly alone forever
But there are circles of feelings you can’t ever leave behind.

So I moved our picture into my mind
And saw all the laughter and emotions we had.
They came to me like waterfalls, so loud, so beautiful
like a never-ending story taking place on my mind.

So I moved our picture into my heart and found it broken
It was so restless and so poor, so needy and confused
I tried to fix it on my own with bits of memory I took from the box
But it wasn’t enough, love is easy to feed with present but not when it's gone.

Then April came with a new you and I.
The same old ones we used to be, with different manners and different things.
A brand-new story you had for me, and this old pain I truly feel.
May came by and I felt lost, same did June and I lost it all.
You’re everywhere I see, but never really here

So I started to live with our picture next to me,
Is the furthest I wanna have you, or I’ll bring myself down
I’m this big loser who fought for love and still will.
The one who gives her words in vain and copes alone with her own pain.

So I will move our picture to the future, you just fill me with silence now
There’s no more I can do if you don’t want me to
I’ll once again wish upon a star, once worked with you
Let’s see if it works now.

Desencuentro en diez segundos

El beso cayó, lentamente, entre los dos, esparciéndose por sus cuerpos durante la caída. Se quedaron impregnados de la imposibilidad del encuentro de sus labios y llegaron a echar de menos este beso, que nunca llegó a existir.