lunes, 28 de noviembre de 2011

Rincones

Querían robarle el tiempo a todos sus calendarios futuros para así desabrocharse el cinturón de la nostalgia pero se quedaron anclados en una tarde de invierno en la que respiraron hielo convirtiéndolo en fuego. El juego de los que retan al deseo. Arrojaron a la nada todo lo que nunca fueron y, de repente, lo eran todo en una secuencia de relatividad. Una tarde oscura llena de fuegos artificiales que despegaron de cabezas embarazadas de convencionalismos demasiado cocidos. Y entonces, lo perdieron todo en un desnudo de miradas...y ganaron.

Epílogo de neón

Era una canción que vacila entre el odio y el amor en un escenario con luces de neón. Una estampa que podría ser la metáfora de toda una vida o sólo un recuerdo. Entre el reflejo de las luces estuvimos en los edificios más altos y debajo de los puentes más largos y tuvimos todas las lluvias y todos los soles que deseamos. Y, de repente, una cascada que nace en los ojos y riega dando resurrección a todos los suelos que pisamos, a las paredes que pintamos y a las camas que ocupamos. Entre el reflejo de las luces estuvimos en un tiempo eterno que ahora sólo dura una canción. Se apagaron las luces de neón.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El placer de la insatisfacción

Cuando reprimimos un sentimiento, florece otro sentimiento. Como lo de cerrar una puerta y que se abra una ventana. Muchas veces, somos inconscientes de qué es lo que tenemos encerrado en nuestro interior pero muy conscientes de que necesitamos liberarnos. El arte, en muchas ocasiones, es el hijo expresivo de esta frustración, de esta represión , de algún modo, consciente. En esta insatisfacción hay un ingrediente esencial: el placer. Como cuando en la receta de un dulce es necesaria una pizca de sal. El placer encuentra su lugar en la insatisfacción cuando tu propia ansiedad hace tanto ruido que no tienes más remedio que dignarte a escucharla. Es entonces cuando empiezas a ser tu propio oyente y ya estás un paso más lejos de ser tu propio preso. Es en ese punto, justo entre tu consciencia y tu inconsciencia donde se halla el placer de escoger reprimirte o dejarte ir.

martes, 1 de noviembre de 2011

La fragilidad de la soledad

Demasiados son los atajos que cogemos para llegar siempre al mismo lugar: la tan ansiada y tan despreciada soledad. Descorchamos una lucha para jugar con nuestra propia soledad para así dar significado a nuestra vida y sentirnos satisfechos cuando nos creemos dueños de nuestra decisión de estar solos o acompañados. Al fin y al cabo nuestra razón no da para tanta dosis de emoción y siempre se acaba sintiendo superada por un sentimiento que no encuentra su lugar en la mente. Y ese sentimiento siempre es la compañía. Demasiados son los atajos que cogemos para llegar siempre al mismo lugar: la tan ansiada y tan despreciada compañía.