jueves, 27 de noviembre de 2008

Estar cerca

Quiero despertarme con mis manos entre las tuyas tal y como nos quedamos dormidos ayer. Que cuando abra los ojos tú ya me estés observando desde tan cerca que confundamos nuestra respiración. Y yo, por naturaleza, te voy a sonreír y a cerrar los ojos otra vez. Y entonces tú contornearás con tus dedos la vulgaridad de mis rizos y me dirás que adoras perderte en ellos. Y te volveré a sonreír con los ojos cerrados. Quiero que me beses en la mejilla derecha de un modo que me haga estremecer y abrir los ojos de una vez. Y entonces es cuando yo te miraré y te diré: “Buenos días, me gusta que estemos tan cerca, soy feliz a tu lado, yo te quiero, quiéreme”. Y tu sonreirás como de costumbre y me dirás que soy tonta por pedirme que te quiera pero lista porque así consigues que te lo repita por milésima vez. Y yo soltaré una carcajada y te besaré sin más; me gusta reír y luego besar. Luego, me preguntarás si he soñado y yo probablemente te mentiré y te diré que no me acuerdo. Casi siempre me acuerdo de lo que sueño pero no me gusta contarlo, el subconsciente es demasiado intenso, confía.
Quiero acostarme cuando tú ya estés en la cama y ver que me esperas una vez más. Pondré mi cara sobre tu pecho y mi mano izquierda cerca de tu corazón, me gusta este ritual. Lo hago con toda esa gente a la que adoro, me hace sentir protegida, te puede parecer banal, pero para mi tiene sentido. Entonces te preguntaré detalles de tu día, esos que te han hecho sonreír y que olvidas de contar. Yo posiblemente ya te habré contado antes todos mis pensamientos pues eres mi persona imán. Y cuando acabes de contarme todo esto aún querré saber un poco más y te haré divagar. Por esos rincones profundos de nuestra mente que si no se descubren se acaban por oxidar. Mientras hables cortaré tus frases con besos que no me aguanto y te quiero dar. Y luego me mirarás en silencio de ese modo que me hace amarte más. Y pasaras tu mano entera por mi mejilla descubierta y luego, tus dedos por mi frente y mis labios y mi pelo y mis ojos que poco a poco se van a cerrar. Y me besarás sinceramente antes de que vuelva a empezar a soñar. Y es que cuando cierro los ojos es porque confío en la persona que está ahí viéndomelos cerrar. Y me quedo tranquila y anestesiada porque esa compañía es mi felicidad.
Pero todo este relato es solo un deseo que, espero, acabe por volver a llegar. Es la estabilidad emocional que anhelo desde que un día la dejé escapar. Es una repetición de hechos que llenan mis días de bienestar. Pero de momento no existe, no hay nadie que quiero que me vea cerrar los ojos aunque yo nunca dejo de soñar. Pero no te lo voy a contar.

martes, 25 de noviembre de 2008

(in)Consciencia

Con la experiencia vamos aprendiendo a alejarnos. Alejarnos de nuestros propios pensamientos. Es como si, poco a poco, nos volviésemos capaces de despegarnos en general. Todo pesa mucho menos porque tomamos consciencia de que nos vamos, de que nos despedimos, de que las cosas cambian. En cambio, antes, no queríamos darnos cuenta de que hay personas, lugares, momentos que con o sin causa se van, se borran. Encajamos las despedidas con una entereza digna de la suma de nuestros años y a la vez, convivimos con emociones y sentimientos que ya no causan huracanes interiores incontrolables. Aprendemos a controlar. Y controlar es, de algún modo, alejarse de los preludios, de los comienzos, de los finales.
La experiencia colectiva es rica y generosa, solo hay que dejarse enseñar por ella y te darás cuenta de que la sabiduría tiene las soluciones a nuestros años. Antes vivía al filo de los caprichos de mi pasión. Temía al adiós y al desprecio y los vivía de tal modo que el sufrimiento parecía una hipérbole de la realidad. Ahora he metido un par de hielos en mi copa de la vida y todo se ha enfriado. Ahora me gusta ser consciente de que me voy de algunos sitios, de que nunca más los volveré a pisar. También me gusta conocer a esa gente pasajera que se va porque la función que nos involucraba a los dos ha terminado. Tomar consciencia es el primer paso hacia delante por norma general, así pues, también lo es en este caso.
Y por estos motivos y posiblemente, por secuelas de la experiencia, ahora tengo mis emociones en una línea paralela a mis pensamientos. Así se dibuja en mi mente. Las emociones están en la línea superior y van pasando sin cesar como si de publicidad subliminal se tratase. Los pensamientos, en cambio, están quietos y amontonados, más o menos ordenadamente. Hay un filtro, entre ambas líneas, coordinado por mi mente que consigue que algunas emociones no lleguen a mis pensamientos. Si sólo siento, no analizo. Y si no analizo, no sufro tanto. Y esto es lo que hacemos muchos de nosotros en un punto de nuestra vida. Quizás sin visualizarlo y tan si quiera, sin darnos cuenta. Pero creo que forma parte del punto medio de una evolución donde escoges si te tiras de cabeza o de corazón.

martes, 18 de noviembre de 2008

Paris

La vie en rose es la sintonía que, sin saberlo, descorcha la inspiración que envuelve Paris. Paris en otoño es un cuadro perfecto que hasta sin marco te atreverías a colgar. Y es que esta ciudad toca sin necesidad de tener manos a todos nuestros sentidos y logra hacerlos vibrar. Es la magnífica armonía entre la bohemia y la sofisticación, una simbiosis que siempre ha conseguido encandilarme. Paris, je t’aime.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Humanos por NATURALEZA

Las virtudes y los defectos de una persona son un sello de identidad del que deberíamos estar orgullosos. Son características innatas o evolucionadas que nos hacen seres no comunes y nos alejan del concepto clon. Y este hecho me parece muy positivo y enorgullecedor. Por inercia, pero, tendemos a camuflar nuestros defectos por su contenido peyorativo a la par que modificable. Pero, al mismo tiempo, algunas personas se dedican a codearse con sus virtudes y hasta a exagerarlas. Y esto ya no me parece, en ningún caso, positivo. Exaltar lo bueno de la naturaleza de una personalidad no es más que darle respiración asistida al ego. O sea, crear un cúmulo de esperanzas que pronto se verán desvanecidas pues son pocas las vías artificiales que aseguran –valga la redundancia- la seguridad. Y la seguridad de cada uno viene dada por la aceptación de las condiciones con las que convivimos, ya sean exteriores o interiores. Teniendo en cuenta que el exterior es, en muchos casos, imposible de controlar y regular, deberíamos satisfacernos con nuestro interior. A fin de cuentas, nuestras virtudes y nuestros defectos son imán para muchas –o pocas- personas, pero son el puzzle que algunos deciden hacer. Si pintas las piezas reales no haces más que alterar a tu persona y entonces el puzzle resulta inútil, incomprensible, ilógico e inacabado. Y es entonces, cuando lo dejas a un lado porque a nadie le gustan los vacíos pues denotan, de algún modo, insatisfacción.

lunes, 10 de noviembre de 2008

M de Felicidad

El expediente que tienes en mi vida es de notable pues el futuro, me atrevo a decir, te brindará el excelente. Siempre has sido mi gran sorpresa, quizás por esto te tengo en una vitrina cual reliquia doctrinal. No es necesario que detalle las minucias y las grandezas de nuestro pasado porque no han sido más que un camino paralelo a tu descubrimiento –aunque vale decir que ¡menudo camino el nuestro!-.
Esto no son unas palabras de aprecio, ni un discurso escrito que complazca a tu ego. Casi nunca ha sido así. Ya son muchas las líneas que te he dedicado durante largo –y alargado- tiempo y nunca te he dejado llegar a leer. Quizás porque las valoraciones hacia otras personas salen a la luz en ocasiones concretas, si es que llegan a salir. Pero conoces –y de sobra- mi escritura y sabes que nunca ha conocido la hipocresía y mucho menos la perfección. Sé que ya no paseas por aquí, no por desinterés, pero sí por ganas de saber toda mi vida pero con un ojo cerrado. Y lo entiendo y lo comparto, hay capítulos que, sin querer, retoman sentimientos del pasado y hacen recaer al vicioso círculo de la melancolía. Aún así, escribo estos pensamientos que ya florecían cuando esta tarde sorbías el café que llevas casi inyectado constantemente. Soy un libro abierto para ti y soy consciente de ello. Ya perdí el miedo a esta desnudez pues no conozco a nadie más que, sin compartir mi sangre, domine todos mis terrenos a la perfección. Sabes el significado de mis movimientos hasta el de los más –aparentemente- inútiles. Y sea cual sea el significado que yo desprenda me vas a recordar que siempre me vas a querer así, sin más, por lo que soy, por lo que siento, como tú dices, por lo que quiero. Y esto reconforta en un mundo que desaprueba prácticamente todo lo que se deshaga de lo habitual. Y tú no eres habitual. Y por esto te guardo y te vivo. Me encanta saber que hay muy poca gente como tú. Quizás porque te quiero y me gusta que destaques por encima de los demás. Y además, me haces pensar. Me tiras a la piscina de un modo sutil y con esto he crecido enormemente. Eres grande por no querer cambiar a las personas a las que te gusta conocer pero aún eres más grande por ser capaz de dejar tu influencia positiva en esas personas que han logrado acercarse tanto a ti. Eres un antes y un después. El antes te habría contado estas palabras de una forma muy distinta y con unos sentimientos mucho más a flor de piel. El después ya lo conoce casi todo y ya ha valorado y vivido el amplio abanico de sentimientos que se acercan a ti. Hemos vivido evoluciones en una misma línea, evoluciones paralelas, evoluciones separadas y ahora tenemos el verdadero resultado. Me ha encantado vernos así, tan juntos y tan separados. Tan conscientes de las bases de tanta complicidad. Es lo bueno de la vida: lo que tenga que ser será. Y este, es el resultado.
Felicidad.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Los besos capaces

El primer beso se da con la mirada, los ojos caen hasta los labios de la otra persona. No hablo de besos aleatorios, hablo de besos capaces. Te cuento: los besos capaces son esos que piensan y temen y dudan antes de ser regalados. Son esos que, una vez se han descubierto, son conscientes, disfrutan y se multiplican. Son esos que una vez superados, desempaquetan sonrisas o llantos. Los besos capaces son esos que provocan algún tipo de emoción. Esos que reúnen a todos los sentidos adrede y se atreven a vivir todo lo que notan en el momento del beso.
Quizás nunca te habías parado a pensar en la magnitud de los besos capaces pero si sabes de que hablo, entenderás que los besos incapaces están al alcance de cualquiera porque están en venta, prácticamente, por doquier. Y al fin y al cabo, a todos, de algún modo, nos gusta la veracidad y la exclusividad.