jueves, 30 de agosto de 2007

Estrellas

Desde la ventana de tu habitación en el Raval siempre se podía ver la misma estrella. Si la miras con detención te das cuenta de que realmente si tiene la forma que todos sabemos hacer. Cinco puntas que muestran su momento álgido en el final de cada línea. Es allí cuando explotan tanto de brillo que realmente nunca puedes descifrar donde se acaba su figura.
Es intrigante y a la vez producto del azar saber cuantas miradas coinciden pasmadas en una estrella. Los humanos, a veces, confiamos más en lo lejano porque, a menudo, lo terrenal es traidor.
Me gustaría saber cuantos somos los que dejamos que nuestro deseo se sucumba en el interior de las estrellas y cuantos deseos se mezclan en una de ellas. Quizás nos engañamos y su brillo no es por la fusión nuclear, sino que es el producto de los continuos deseos que los humanos expulsamos en ellas. Yo confío en las estrellas porque, a lo mejor, no responden como quisiéramos pero nunca nos dejarán de acompañar.

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