viernes, 30 de noviembre de 2007

En el banco del ayer

Se sentaron los dos en el banco del ayer y vieron como el otoño descuelga todas las hojas de los árboles. Se contaron que ya no deshojan margaritas porque les da igual lo que venga y que ya no pasean en silencio porque el ruido les hace compañía. Ellos ahora son amistades peligrosas porque solo hablan de secretos guardados bajo llave y se cuentan historias de antes, de cuando aún creían en lo que dicta el corazón.
Se volvieron a encontrar ayer porque él estuvo lejos mucho tiempo, lo justo para perderse media vida de ella que hasta movió su rutina a Barcelona. Él le dijo que estaba guapa y que su mirada oscura y clara aún le daba ganas de firmar contratos de eterna amistad. Ella le dijo que le echó de menos cada día cinco minutos, justo antes de cada atardecer y que las amistades eternas no se firman sino que se viven.
Hace unos dos años se sentaron en el banco del presente, delante de esa playa desierta antes del atardecer. Se juraron amor eterno en un brindis de vino negro y él le regaló una rosa que ella aún guarda en el baúl de las memorias felices. Bailaron a la luz de la luna con la orilla a su merced y se abrazaron por todo lo que vivieron y por todo lo que hubiesen podido vivir si esa noche nunca se hubiese despertado.

3 comentarios:

Vodka & Caviar dijo...

Molt bonic¡¡¡

Chousa dijo...

Estuve a punto de decirte algo, pero no hubo momento cuando lo lei.
No es tan sencillo, ni tan bonito. Al recuperar algo siempre quieres que sea igual a cuando lo dejaste y no es así; pasan días, hechos, personas. Para volver hay que construir de nuevo, desde los cimientos. De lo anterior sólo queda esa frágil intuición de lo que fue conocido.
Enhorabuena por tu blog.

Chousa dijo...

Estuve a punto de decirte algo, pero no hubo momento cuando lo lei.
No es tan sencillo, ni tan bonito. Al recuperar algo siempre quieres que sea igual a cuando lo dejaste y no es así; pasan días, hechos, personas. Para volver hay que construir de nuevo, desde los cimientos. De lo anterior sólo queda esa frágil intuición de lo que fue conocido.
Enhorabuena por tu blog.