viernes, 21 de octubre de 2016

TRUMP(ets) & co.

Crece de noche el fin de semana y la vida se complica, al menos, una vez al mes. Tienes un billete entre los dedos, crees que cuando te den los dos euros de cambio, me tendrás un poco más cerca. 
A mi derecha una tía apoya los brazos encima de la barra y se mira en el espejo que hay detrás de todas las botellas. Se mira pero no se ve, se busca. Se busca en la copa que se ha acabado, en la siguiente, se busca en otros. 
A tu lado están tres colegas que después de brindar, bajarán al baño de mierda y hablarán de tías en un centímetro cuadrado mientras celebran la línea de salida. 
Sigues moviendo el billete de veinte entre los dedos de tus manos. No me reconozco en tus manos, me miras, me buscas o te buscas, yo qué sé. 
Mis amigas bailan descaradas y yo me empiezo a mover. Ahora ya no sabes si tienes que bailar o invitarme a una copa. Que te den. Haz lo que quieras, si no sabes lo que quieres, que te den. 
Te sonrío y te digo: “caballosenvolandastardeyfrío” y tú me dices: ¿qué?. Repito “tardeyfrío”, añado: “adiós”. 
No has entendido nada pero empieza la cuenta atrás para recapitalizar tu inversión. Tarde y frío nunca es bueno. Adiós es peor. 
Empieza una búsqueda espontánea de mujeres, radar circular por encima de la noche madrileña. 
Yo bajo un par de escalones, quiero jugar. Me detengo, te miro otra vez. Aún miras por si acaso. ¿Por si acaso? Que te den. Ninguna de mis amigas baila como si fuera una por si acaso pero todos se acercan por el motivo equivocado. 
En los culos de mis amigas muchos encontrarían el edén. Las cabezas de mis amigas son claras y concisas: detente o ven. 
Suena “Pure Morning" y yo estoy otra vez donde estuve el año pasado. Y tú también. Sabía que estarías aquí. Hola, otra vez. El de los veinte euros me descarta. Nosotros nos volvemos a ver. Cuatro meses y un verano. “Hola, otra vez”, dices. 
La tía que se buscaba en los espejos ahora se busca en ti. Tu te buscas en mi. Se descorchan las preguntas, se complica la noche, una vez al mes. 
No llevo sombrero, no me puedo esconder. Coges un rizo y lo destrozas, invades un trozo de mi piel. Te abrazo mientras mantengo mi copa en alto por detrás de tu cabeza. Mi triunfo, la salida, el no lamento el día después. 
Pones la mano en el bolsillo, reconoces que algo no te está saliendo bien. Me perdonas, le diste tiempo al tiempo y ahora quieres volverme a conocer. Te acuerdas de mi culo y de mi cabeza: detente o ven. “Too late” dice la canción que te da en toda la cara en forma de estribillo y sigo manteniendo la copa en alto mientras muevo esa cadera que un día te obsesionó. 
Extiendes tu mano, que tanto me gustó y me tocas la mejilla. Algunos compran con veinte euros, otros con un resquicio falso de amor. Pero la noche es un circo y cuando todos los animales embriagados por la misma noche ya se han rendido, empieza el día después. 
La vida se complica, al menos una vez al mes. Yo en mi vida había sentido este deseo irrefrenable de brindar con los culos de mis amigas por nosotras, por lo que nos invade desde la cabeza hasta los pies.

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