sábado, 12 de enero de 2008

Caja de recuerdos (II)

Me han preguntado si ya no abro la caja del recoveco y he dicho que no. Me han preguntado el por qué con lo bonito que era cuando contaba lo de postales de antaño, de servilletas de bar plagadas de poesía difusa y de fotos de momentazos para la eternidad. Yo no he sabido muy bien qué contestar. Y es que no abro la caja de los recuerdos porque no me acuerdo de ella y esto es buena señal. Cuando vuelvo a casa tengo ganas de sofá familiar y de cenas amistosas que existen hoy. Lo de volver al pasado a base de recortes de años pasados como que últimamente no me dice nada. Eso sí, hace un par de semanas leí páginas y páginas de cuando empecé a escribir, hará ahora unos cinco, seis años. Me quedé acojonada de lo bonito y de lo bien que escribía y así, haciendo comparación inevitable con lo que chapurreo hoy me sentí paquete. Se lo comenté a un amigo y me dijo que lo de ahora no es ni mejor ni peor. Que yo pegué un cambió interior que no te lo crees y que no se lo negase porque cuantas bocas lo afirman. Y que por este motivo también mi forma de escribir ha cambiado. Que antes pegaba volteretas con prosa poética y que hoy pego brincos insospechados porque hablo de mi realidad (que tiene tela, añadió). Dijo que a medida que vamos creciendo los rasgos de la vida endurecen y una se da cuenta y les saca punta. Que antes, cuando iba con la falda del uniforme y los calcetines por encima de las rodillas vivía en una nube y por la edad y por la tontería no me enteraba de la mitad. Y qué razón. Antes escribía párrafos que encajaban perfectos y hasta olían a música cuando eran leídos. Ahora me he infectado un poco del oficio del periodista y me he metido de lleno en el charco de la vida real. Por una parte echo de menos la poesía que por ley de vida es preciosa pero por otra parte, me gusta lo de ahora. Porque son frases bien o mal montadas adrede que como un amigo me dijo un día, para entenderlas, hay que dejarlas bajar por un tobogán. Pero son retales de un cada día donde suceden monerías y putadas y por suerte, aquí estamos para hablar de ellas. Y es por esto que la caja se queda cerrada por un tiempo más. Porque últimamente estoy feliz y estoy contenta y estoy con ganas de vivir la presente realidad. De los pellizcos del pasado seguro que volveré a hablar, pero ahora se quedan de vacaciones que a mi cabeza, como a todas, un descanso no le sienta nada mal.

No hay comentarios: